Uso racional de los cosméticos de higiene

Los rituales de higiene de la piel existen desde tiempos inmemorables. A modo de ejemplo mencionemos las prácticas de balneoterapia de los antiguos egipcios -que realizaban tratamientos de baños calientes y fríos seguidos de masajes con hierbas aromáticas, o los baños como forma de cuidado de la salud en las termas romanas. Asimismo, la higiene corporal ha asumido a lo largo de los tiempos un rol preponderante en rituales y prácticas relacionadas con las distintas creencias religiosas.

Hoy en día la industria cosmética ha brindado a los consumidores una enorme variedad de productos que poseen distintas formas farmacéuticas, aromas, colores, texturas, y una vasta selección de ingredientes activos supuestamente provistos de múltiples beneficios cosméticos y terapéuticos

1) Perspectiva histórica de la higiene cutánea

La higiene de la piel tiene por finalidad eliminar la suciedad y otros contaminantes de la superficie corporal. Sin embargo, en los seres humanos la higiene cutánea asume un rol mucho más extenso, más allá del simple acto de eliminar la suciedad. 

El descubrimiento de la entidad química conocida como “jabón” se ha atribuido a diferentes civilizaciones. Algunos de los primeros relatos que refieren al proceso de elaboración del jabón se pueden encontrar en las tablillas de arcilla para escritura sumerias que datan de alrededor del año 2800 a.C.

De forma similar, las culturas babilónica y egipcia también practicaban la fabricación de jabón aproximadamente en la misma época. El papiro de Ebers, un documento médico de aproximadamente 1500 a. C., describe la combinación de aceites animales y vegetales con sales alcalinas para formar un material similar al jabón que se utilizaba para la higiene cutánea, así como para tratar enfermedades de la piel. Durante la Edad Media y hasta mediados del siglo XIX el uso de jabón fue limitado por cuestiones religiosas (la exposición de la piel en el lavado era considerada pecaminosa), la gran dificultad para contar con agua limpia y los altos impuestos que gravaban al jabón, el cual era considerado un artículo de lujo. Durante la segunda guerra mundial, la escasez de materia prima como los aceites naturales para la elaboración
de jabones y la necesidad de contar con productos que fueran eficaces en distintas condiciones de uso, llevo a la elaboración de los detergentes sintéticos.

En el momento actual las distintas formas de higiene cutánea son parte integral de los tratamientos estéticos faciales y corporales, y, más aún, se las considera como agentes de relax y de mejora de la salud y la apariencia estética de la piel sana o portadora de distintas dermatosis.

Por estas razones, la industria cosmética ha brindado a los consumidores una enorme variedad de productos que poseen distintas formas farmacéuticas, aromas, colores, texturas, y una vasta selección de ingredientes activos supuestamente provistos de múltiples beneficios cosméticos y terapéuticos. (Tabla 1)

A modo de ejemplo, junto a la clásica barra de jabón, han ganado gran popularidad los jabones líquidos, los detergentes sintéticos (“syndets”) y los “body washes”. A su vez, estos productos se presentan en múltiples formulaciones para los distintos tipos de piel normal (ej. piel seborreica, piel sensible, piel alípica) o portadora de distintas afecciones cutáneas (ej. acné, rosácea, dermatitis atópica, etc.)

2) Necesidad del uso de cosméticos de higiene

El uso habitual de productos cosméticos destinados a la higiene cutánea resulta indispensable, ya que la mayor parte de las impurezas ambientales y los residuos de productos de uso tópico y cosmético contienen lípidos y, por tanto, no son solubles en agua. Por esta razón para su correcta remoción de la superficie de la piel no es suficiente un simple lavado
con agua. 

Se requieren agentes capaces de solubilizar y/o emulsionar los componentes de la suciedad para que puedan ser eficazmente retirados de la piel y eliminados mediante posterior enjuague con agua o lociones cosméticas.

3) Aspectos químicos de los cosméticos de higiene

La gran mayoría de los cosméticos de limpieza utilizados actualmente contienen agentes químicos denominados surfactantes o tensioactivos, que tienen la propiedad de reducir la tensión en la superficie de los líquidos (tensión superficial) y/o en la interfase entre dos líquidos no miscibles como el agua y el aceite (tensión interfacial).

Al aplicarse el producto de higiene en la superficie cutánea los surfactantes se colocan en las interfases cosmético/ piel y cosmético/aire, disminuyendo la tensión superficial/interfacial en superficie cutánea por lo que son capaces de solubilizar, emulsionar y remover de la piel partículas de suciedad, sebo, restos de cosméticos, células exfoliadas y aún microorganismos.

Esta característica de los surfactantes es el determinante clave de las propiedades limpiadoras de los cosméticos de higiene y es debida a que los tensioactivos son anfifílicos, es decir, tienen doble afinidad (una dualidad polar-apolar) y constan de dos partes: por un lado, una cabeza polar con grupos funcionales como alcohol, tiol, éter, éster, ácido, sulfato, sulfonato, fosfato, amina, amida, etc. y por otro lado, un grupo esencialmente apolar que generalmente es una cadena hidrocarbonada del tipo alquilo o alquilbenceno. La porción polar muestra una fuerte afinidad por los disolventes polares, particularmente el agua, y a menudo se la denomina parte hidrófila. La parte apolar se llama hidrófoba o lipófila y tiene afinidad por sustancias apolares, normalmente aceites.

Los surfactantes poseen una fuerte tendencia a migrar a interfaces o superficies y a orientarse de modo que el grupo polar se coloque en el agua y el grupo no polar se coloque en el aceite. De esta manera, los tensioactivos mantienen unidas dos fases inmiscibles desarrollando propiedades emulsionantes y limpiadoras.

Cuando se usan sobre la piel, los tensioactivos reducen la tensión superficial entre las proteínas y los lípidos en el estrato córneo. Esta propiedad, inherente a la acción tensioactiva, puede representar un riesgo potencial para la integridad de la barrera cutánea como veremos más adelante.

La mayor parte de los cosméticos modernos para la limpieza de la piel contienen una mezcla de diferentes tensioactivos, con un tensioactivo primario, que determina las características generales del producto, y tensioactivos secundarios, que se puede añadir, por ejemplo, para mejorar la compatibilidad con la piel o las características de la espuma.

3.1. JABONES

El jabón es el surfactante prototípico utilizado para la higiene de la piel y continúa desempeñando un papel destacado como cosmético de higiene. Las barras de jabón son económicas y generalmente poseen una muy buena capacidad limpiadora y buenas propiedades espumígenas.

Desde el punto de vista químico los jabones son sales alcalinas de ácidos grasos, generalmente sales de sodio o potasio. (Fig.1.). 

Dado que son sales de bases fuertes con ácidos débiles, al disolverse en el agua el pH de la solución es siempre alcalino. La mayor parte de los jabones denominados “de tocador” tienen un pH entre 9 y 11 mientras que los llamados jabones antibacterianos alcanzan un pH entre 11 y 12. Si consideramos que el pH normal en superficie cutánea es de 5,5, la alcalinidad de los jabones explica, en parte, el potencial de los mismos para producir irritación cutánea.

Los ácidos grasos utilizados en la fabricación del jabón provienen de fuentes naturales (son de origen animal o vegetal) y tienen longitudes variables de cadena hidrocarbonada (de 8 a 22 carbonos). Las propiedades de un jabón terminado están determinadas en gran medida por el tipo de ácidos grasos utilizados. Por ejemplo, el aumento de la longitud de cadena aumenta las propiedades espumígenas, que son muy bien valoradas por los consumidores, ya que son consideradas evidencia de la capacidad limpiante del jabón, pero disminuye la solubilidad del surfactante. Por otra parte, ha sido demostrado que los ácidos grasos de cadena más corta (entre 8 y 12 C) tiene mayor capacidad de desarrollar irritación
cutánea.

3.1.1 Propiedades irritantes de los jabones

El jabón puede irritar la piel a través de varios mecanismos: su pH alcalino desnaturaliza las proteínas de la piel, lo que se ha demostrado en imágenes de tomografía de coherencia óptica (OCT) del estrato córneo (SC). De esta forma pueden producirse trastornos en la queratinización y en la estructura y función de los corneocitos, así como de enzimas clave en procesos metabólicos cutáneos. 

Por ejemplo, puede verse alterado el mecanismo de formación y lisis enzimática de la filagrina, llevando a alteraciones en el Factor Humectante Natural de la Piel (Natural Moisturizing Factor, NMF en inglés) lo que produce una pérdida en la capacidad retentora de agua de la piel y xerosis cutánea. Además, el pH alcalino tiene un efecto sobre los lípidos del SC, ya que puede ionizar los ácidos grasos en las bicapas lipídicas, causando una desestabilización estructural de las mismas.

Sin embargo, la alcalinidad de un cosmético de higiene es un factor secundario en el potencial irritante. El pH de la superficie cutánea se recupera al cabo de 2 horas tras de un lavado de 5 minutos con jabón. Además, la elevación del pH suele ser pequeña (< 1 unidades de pH) si bien puede devenir persistente en el uso continuado de jabones.

De esta forma tiene lugar una alteración en la estructura y la función de la barrera de permeabilidad de la piel, lo que lleva a la secreción de mediadores inflamatorios, eventualmente resultando en el desarrollo de una dermatitis de contacto irritativa.

3.2. DETERGENTES SINTÉTICOS

Debido a la alcalinidad y el potencial irritante de los jabones clásicos, hoy en día se prefieren los tensioactivos sintéticos (syndets) para la limpieza. Los procesos utilizados para crear syndets permiten ajustar su pH para que sea similar al de la piel, lo que minimiza las posibles alteraciones de la barrera cutánea y la posibilidad de inducir irritación.

Los tensioactivos se clasifican de acuerdo a su comportamiento en el agua en tensioactivos iónicos, que se disocian en el agua generando iones, y tensioactivos no iónicos, que no se disocian. Los tensioactivos iónicos a su vez se subclasifican en tensioactivos aniónicos donde el grupo hidrófilo se disocia en aniones en soluciones acuosas, tensioactivos catiónicos
cuyo grupo hidrófilo se disocia en cationes y tensioactivos anfóteros que se disocian en aniones y cationes a menudo dependiendo del pH. Los tensioactivos no iónicos son tensioactivos que no se disocian en iones en soluciones acuosas y se subclasifican según el tipo de su grupo hidrófilo.

Debido a su alta capacidad de limpieza y excelentes características de formación de espuma, los tensioactivos aniónicos son la categoría más común de tensioactivos y se utilizan ampliamente en detergentes domésticos e industriales (por ejemplo, líquidos para lavar platos, detergentes para ropa), así como en productos de cuidado personal.

Si bien los syndets son formulados para tener una buena tolerancia cutánea y no inducir irritación, algunos syndets, como los basados en tensioactivos aniónicos pueden interactuar con proteínas y lípidos del SC y desarrollar efectos perjudiciales para la piel. Así, tensioactivos como el lauril sulfato de sodio (sodium lauryl sulfate, SLS en inglés) tienen la capacidad de unirse a las proteínas del SC, provocando una hiperhidratación transitoria. (Fig. 2.).

A esto suele seguirle la deflación a medida que el agua se evapora, lo que provoca un aumento en la pérdida transepidérmica de agua de la piel (transepidermal water loss, TEWL en inglés). Dado que la unión del tensioactivo reduce la capacidad de las proteínas de la piel para retener agua, se produce una pérdida de contenido acuoso con respecto a la
situación anterior a la limpieza de la piel. Al igual que los jabones, los syndets conteniendo tensioactivos aniónicos pueden provocar una reducción del nivel del NMF en la piel, reduciendo aún más la capacidad de retención acuosa cutánea.

Además, la capacidad emulsionante del tensioactivo sobre los lípidos altera las bicapas lipídicas del SC afectando la barrera cutánea, aumentando la permeabilidad y causando irritación. Una técnica utilizada en las formulaciones para evitar la delipidización de la piel y disminuir el potencial de daño cutáneo de los tensioactivos, es añadir ceramidas,
ácidos grasos, colesterol y/o triglicéridos a los cosméticos de higiene con la intención de reponer algunos de los componentes de los lípidos intercelulares eliminados durante la limpieza. El mayor problema de este enfoque es el escaso tiempo de contacto entre el limpiador y la piel que resulta insuficiente para que los agentes “reparadores” puedan penetrar en cantidades adecuadas para cumplir su función.

Si bien el SLS es un agente muy eficaz y de fácil utilización, sus propiedades irritantes son importantes, e incluso es utilizado como “modelo irritante” para estudiar las características de la irritación cutánea. Esto determinó la utilización de otros tensioactivos mejor tolerados por la piel. Así, los alquil-éter-sulfatos y alquil-gliceril-éter-sulfonatos, son también tensioactivos aniónicos, pero con buena compatibilidad cutánea.

Las betaínas son tensioactivos anfóteros con amplia aplicación en productos cosméticos, especialmente champús, geles de ducha, jabones de tocador. Son tensioactivos con buena tolerancia cutánea y la posibilidad de disminuir el potencial irritante de los tensioactivos aniónicos en el uso conjunto. Sin embargo, son capaces de originar reacciones de hipersensibilidad retardada y dermatitis de contacto alérgica, como es el caso de la cocamidopropil betaína (CAPB).

Finalmente, los tensioactivos no iónicos son los de mejor tolerancia cutánea y los más utilizados en cosméticos de cuidado de la piel (skin care).

3.3. EMULSIONES (CREMAS Y LECHES) DE LIMPIEZA

Las emulsiones de limpieza (leches y cremas) eliminan la suciedad por acción de tensioactivos generalmente no iónicos y contienen aceites y otros agentes emolientes e hidratantes que disminuyen sus propiedades irritantes, siendo muy bien toleradas por la piel. Son menos detergentes que los syndets y su eficacia limpiadora suele ser menor, pero son más
adecuadas para remover el maquillaje y para las pieles sensibles.

Según la cantidad de aceites y los tensioactivos utilizados se adaptan a los distintos tipos de piel, y pueden ser de tipo aceite en agua (O/W) o agua en aceite (W/O) de acuerdo a cuál sea la fase dispersa y cual la fase dispersante en la emulsión. Para pieles deshidratadas contienen ingredientes hidratantes (ej. agentes similares al NMF, glicerina, ácido hialurónico); para las pieles alípicas contienen emolientes o aceites (ej. aceite de almendras, vaselina) y para pieles sensibles o congestionadas contienen calmantes o antiinflamatorios (ej. alfa-bisabolol, azuleno, manzanilla, pantenol, niacinamida, etc.)

4) El futuro de los cosméticos de higiene cutánea

Una de las aspiraciones más importantes en referencia a los cosméticos de higiene del futuro es la superación del desafío de proporcionar una excelente higiene de la piel al tiempo que se minimiza el daño de la barrera cutánea.

Los “surfactantes inteligentes” que puedan diferenciar eficazmente la grasa de la suciedad de los lípidos constitutivos de la barrera cutánea, no son aún una realidad. Las formulaciones conteniendo polímeros, o la tecnología de liposomas/nanosomas podría en un futuro cercano lograr la creación de cosméticos de higiene que no generen daño cutáneo y, a la vez aporten sustancias hidratantes, emolientes, antioxidantes, lenitivas o regeneradoras a la piel.











Referencias seleccionadas
Ale IS, Maibach HI. Irritant contact dermatitis. Rev Environ Health.
2014;29(3):195-206.
Ale IS, Maibach HI. Mechanisms in Irritant and Allergic Contact Dermatitis.
in Zhai, Wilhelm, and Maibach (eds) Dermatotoxicology,
2007 7 Ed CRC Press Chap. 19, pp 156-68
Ale IS, Maibach HI. Immunological mechanisms in allergic and
irritant contact dermatitis in Wilhelm, Zhai and Maibach (eds)
Dermatotoxicology 2013. 8 Ed, Informa Healthcare. CRC Press,
Chap 12, pp 104-108
Ananthapadmanabhan K P, Moore DJ, Subramanyan K, Misra M,
Meyer F Cleansing without compromise: the impact of cleansers
on the skin barrier and the technology of mild cleansing. Dermatol
Ther. 2004:17 Suppl 1:16-25.
Bechor R, Zlotogorski A, Dikstein S Effect of soaps and detergents
on the pH and casual lipid levels of the skin surface. J Appl Cosmetol
6:123-128, 1988Blaak J, Staib P. The Relation of pH and Skin
Cleansing.Curr Probl Dermatol. 2018;54:132-142.
Corazza M, Lauriola MM, Zappaterra M, Bianchi A, Virgili A. Surfactants,
skin cleansing protagonists. J Eur Acad Dermatol Venereol.
2010 Jan;24(1):1-6
De Jongh CM, Verberk MM, Withagen CE, et al. Stratum corneum
cytokines and skin irritation response to sodium lauryl sulfate. Contact
Dermatitis 2006; 54:325
Dermatol Ther. 2004:17 Suppl 1:16-25. doi: 10.1111/j.1396-
0296.2004.04s1002.x
Draelos ZD. The science behind skin care: Cleansers. J Cosmet Dermatol.
2018;17:8–14.
Draelos ZD (ed): Skin cleansers. In Cosmetics in Dermatology, ed 2.
New York, Churchill Livingstone
Draelos ZD, Fowler J, Larsen WG, Hornby S, Walters RM, Appa Y.
Tolerance of fragranced and fragrance-free facial cleansers in adults
with clinically sensitive skin. Cutis. 2015 Oct;96(4):269-74.
Dyett L: The super cleansers. Glamour 1998; Aug:192-197.
Effendy I, Maibach HI. Surfactants and experimental irritant contact
dermatitis. Contact Dermatitis. 1995;33(4):217-25.
Ertel KD, Keswick BH, Bryant PB: A forearm controlled application
technique for estimating the mildness of personal cleansing products.
J SOC Cosmet Chem 46:67-76, 1995
Jacob SE, Amini S. Cocamidopropyl betaine. Dermatitis. 2008 May-
Jun;19(3):157-60.
Kuehl BL, Fyfe KS, Shear NH. Cutaneous cleansers. Skin Therapy
Lett. 2003 Mar;8(3):1-4.
Kawai M, Imokawa G. The induction of skin tightness by surfactants.
J Soc Cosmet Chem 1984:35: 147–156
Liu L. Penetration of Surfactants into Skin. J Cosmet Sci. 2020 Jan/
Feb;71(2):91-109.
Oestreicher MI. Detergents, bath preparations, and other skin
cleansers Clin Dermatol. 1988 Jul-Sep;6(3):29-36.
Proksch E, Brandner JM, Jensen JM. The skin: an indispensable barrier.
Exp Dermatol 2008;17:1063-72
Prottey C, Ferguson T. Factors which determine the skin irritation
potential of soaps and detergents. J Soc Cosmet Chem 1975:26:
29–46.
Routh HB, Bhowmik KR, Parish LC, et al: Soaps: From the Phoenicians
to the 20th century-a historical review. Clin Dermatol 1996;
1434-1450.
Salomon G, Giordano-Labadie F. Surfactant irritations and allergies.
Eur J Dermatol. 2022 Nov 1;32(6):677-681.
Strube DD, Nicoll G. The irritancy of soaps and syndets. Cutis. 1987
Jun;39(6):544-545.
Wilhelm KP, Maibach HI. Susceptibility to irritant dermatitis induced
by sodium lauryl sulfate. J Am Acad Dermatol 1990; 23(1):122–124
Wihelm KP, Wolff HH, Maibach HI. Effects of surfactants on skin hydration.
In: Elsner P, Berardesca E, Maibach HI, eds. Bioengineering
of the Skin: Water and the Stratum Corneum. Boca Raton, FL: CRC
Press, 1994: 257–274

Dra Anellia Kustcher
Facebook
Twitter
LinkedIn