Del índice de masa corporal a la valoración de composición corporal.
E n la actualidad es bien conocido que estamos bajo una epidemia de sobrepeso y obesidad de causa multifactorial. Con ella asociadas múltiples patologías cardiometabólicas y el cáncer. Por otro lado, el bienestar, el deporte y la estética están
tomando nuevas connotaciones e intereses en la sociedad.
En una región donde se incrementa la esperanza de vida en 20 años, donde cambios demográficos están direccionando a vivir mas, es fundamental seguir trabajando en prevención y tratamiento oportuno, con el objetivo de que vivir más, sea con una mejor calidad de vida.
Para determinar el estado nutricional de nuestros pacientes, los profesionales de la salud nos basamos en el Índice de Masa Corporal (IMC) de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. Se realiza diagnóstico mediante puntos de corte expresados en la tabla N 1.
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple que relaciona el peso y la talla, se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad. Se calcula dividiendo el peso de la persona en kilogramos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Una valoración de composición corporal brinda valiosa información del estado nutricional y de salud,
que el Índice de Masa Corporal desprecia. En la actualidad sabemos que convivimos con malnutrición por exceso y por déficit y a raíz de ello se dan complicaciones metabólicos y funcionales.
Cuando se habla estado nutricional, puede resultar práctico considerar el balance energético, lo que no se debe pasar por alto es que el estado nutricional de un individuo no responde a reglas matemáticas, sumar y restar calorías, sino que también debemos tener en cuenta que los nutrientes que ingresan en el organismo van a pasar por múltiples reacciones
químicas respondiendo a la absorción y metabolismo de nutrientes, que también van a contribuir a la composición corporal del individuo.
Es importante saber que la composición corporal está determinada por sexo, edad, raza, potencial genético, nutrición, actividad física o nivel de entrenamiento.
Conocer esta composición dará indicios del nivel de rendimiento físico de la persona, capacidad de realizar esfuerzos, predisposición a desarrollar determinada patologías y en caso de deportistas con fines competitivos, sacar ventajas o favorecer al adversario.
En la práctica clínica los hechos demuestran las limitaciones en los parámetros clásicos de valoración del estado nutricional, como IMC y pérdida de peso y ganancia del peso en el tiempo.
Estos parámetros antropométricos básicos, peso, talla e IMC son importantes para la valoración del estado nutricional, aunque insuficientes, por lo cual complementarlos con determinación de perímetros y pliegues sería una herramienta útil, de bajo costo y tiempo.
Los principales riesgos de salud cardiovasculares y metabólicos están fuertemente asociados con la grasa abdominal y visceral, de aquí la relevancia de las medidas de circunferencia de cintura como otro de los indicadores básicos que complementan el IMC. (Tabla 2).
Los cambios de la composición corporal a través del ciclo de la vida en hombres y mujeres son bien conocidos en lo teórico, no así evaluados en la practica Profesional, muchas veces por recursos, tiempos y capacitación.
Para un adecuado diagnostico nutricional, planteo de objetivos y tratamientos individualizados, los parámetros de evaluación deberían ser protocolizados, estandarizados, sensibles y específicos para poder relacionarlos entre si y realizar posteriores monitoreos.
La acumulación de grasa a nivel central se relaciona con el desarrollo de patologías cardiometabólicas, es por eso que es un indicador a tener en cuenta a la hora de valorar el estado de salud. Insume poco tiempo y aporta datos relevantes a la
hora de valorar factores de riesgos.
El estudio de la composición corporal se basa en 5 compartimentos: masa adiposa, masa muscular, masa ósea, piel, masa residual (órganos). Permite evaluar mas allá del peso, como se compone ese peso y como se distribuye por segmentos corporales.
La antropometría, la bioimpedancia eléctrica, dinamometría, test funcionales, ecografía muscular o parámetros analíticos como PCR/prealbúmina, son algunos de los que tenemos al alcance, estos parámetros tienen una serie de utilidades y limitaciones que es importante conocer a la hora de evaluar los resultados de los mismos.
Si bien existe esta variedad de métodos y tecnologías para estudiar los diversos compartimentos corporales, no hay un método de referencia generalizado para poder comparar las diversas técnicas por desconocer el nivel jerárquico. De todas maneras, es importante tener en cuanta que cualquiera de las técnicas de la determinación de composición corporal pasa por 3 etapas, la medición, análisis de datos e interpretación o diagnóstico.
Cuando evaluamos composición corporal, la medición de los pliegues cutáneos evalúa la grasa subcutánea. La técnica determina el espesor de la epidermis con su fascia adyacente y tejido adiposo subcutáneo en ciertas localizaciones del cuerpo consideradas como zonas de referencia. Como complemento a la medida de los pliegues cutáneos se emplean las medidas de la circunferencia braquial y área muscular del brazo.
Los pliegues cutáneos permiten medir la depleción o el exceso de los depósitos de grasa. El más utilizado en la práctica clínica es el pliegue tricipital aunque la medida de más de un lugar (bicipital, tricipital, subescapular y suprailíaco), aporta información más precisa. Su medida, expresada en mm, debe compararse con las tablas de referencia poblacionales.
Las limitaciones de la medición de pliegues en la práctica clínica son evidentes por varias razones, la necesidad de personal entrenado, las posibles interferencias por edemas, la dificultad de medida en obesidad, lo que conlleva errores de medida que pueden ser superiores al 10%. Además, no son útiles para el seguimiento a corto plazo.
Por otro lado, cabe mencionar que en deportistas y personas normopeso que quieren optimizar su composición corporal por estética o salud se utiliza la sumatoria de 6 pliegues para lograr una valoración más específica y llevar un seguimiento acorde a objetivos. Estas mediciones son estandarizadas bajo protocolos establecidos internacionalmente donde se obtiene acreditación ISAK 1. No solo se estandariza la toma de mediciones, sino que también se analiza el error técnico de medición y se calibra el equipamiento. Esto permite estudiar resultados y compararlos en cualquier parte del mundo.
La Bioimpedancia es el método más usado actualmente para estudiar la composición corporal en diversos contextos, fundamentalmente por su bajo costo, facilidad de uso y transporte, y por presentar menor variabilidad interobservador que la Antropometría. Sin embargo, esta técnica está sujeta a posibles sesgos, dependientes de las fórmulas utilizadas,
aparatos y condiciones de medida. Es así, que es importante respetar protocolo de medición, posición del paciente, disposición de los electrodos, y condiciones generales para que no se vean afectadas las determinaciones eléctricas.
En la actualidad ha dejado de ser una técnica de composición corporal indirecta basada únicamente en ecuaciones predictivas para ser una técnica de uso clínico en nutrición basada en los parámetros eléctricos crudos que informan precozmente sobre el funcionalismo celular y el grado de hidratación.
Conclusiones
El IMC ha sido reconocido por la OMS como una medida internacional de uso obligatorio en la evaluación nutricional, su criterio no es excluyente para el diagnóstico de malnutrición. Existen diversas formas de valoración nutricional, centrados en datos antropométricos, bioimpedancia, datos bioquímicos y funcionales.
Los parámetros de valoración deben ser sensibles y específicos, relacionados entre sí, de forma que permitan un mejor conocimiento de la situación particular de cada paciente en cada momento de su proceso.
Se deben integrar diferentes aspectos de composición corporal y función del organismo para poder establecer un diagnóstico preciso.
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